
Comprender los síntomas de la ansiedad, tanto físicos como emocionales, es el primer paso para abrazarlos con compasión y aprender a manejarlos con sabiduría. Si sientes que la ansiedad está limitando tu día a día, recuerda que buscar apoyo profesional es un acto de amor propio y un paso valiente hacia una vida más plena y serena.

¿Qué sucede dentro de nosotros cuando sentimos ansiedad?
- Nuestro cerebro se pone en alerta: La amígdala, una pequeña pero importante región de nuestro cerebro, se activa y envía señales a otras partes del cuerpo para prepararse a la “lucha o la huida”.
- El sistema nervioso simpático entra en acción: Este sistema es como un acelerador, aumentando nuestro ritmo cardíaco para bombear más sangre a los músculos, dilatando nuestras pupilas para que podamos ver mejor, y hasta haciendo que sudemos para regular nuestra temperatura corporal. Todo esto para que estemos listos para actuar.
- Las hormonas del estrés se liberan: La adrenalina y el cortisol inundan nuestro cuerpo, dándonos un impulso extra de energía y agudizando nuestros sentidos.
Todos estos cambios fisiológicos son normales y nos ayudan a enfrentar situaciones difíciles. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve muy intensa o frecuente, podemos sentirnos abrumados por estas sensaciones.
Comprender qué sucede en nuestro cuerpo durante la ansiedad es el primer paso para aprender a manejarla.
Síntomas Físicos de la Ansiedad.
Los síntomas de ansiedad en el cuerpo pueden ser variados e intensos. Algunos de los más comunes pueden incluir:


Sistema Cardiovascular:
- Palpitaciones o taquicardia: El aumento en la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción del corazón buscan incrementar el flujo sanguíneo hacia los músculos, preparándolos para la posible respuesta de “lucha o huida”.
- Cambios en la presión arterial: La ansiedad puede provocar tanto un aumento como una disminución de la presión arterial, dependiendo de la respuesta individual y la fase de la respuesta de estrés.
Sistema Respiratorio:
- Dificultad para respirar o sensación de falta de aire: La hiperventilación, o respiración rápida y superficial, es común en estados de ansiedad, y puede llevar a una disminución del dióxido de carbono en sangre, generando sensaciones de mareo o aturdimiento.
- Opresión en el pecho: La tensión muscular en la zona torácica puede contribuir a esta sensación.
Sistema Digestivo:
- Náuseas, malestar estomacal, diarrea o estreñimiento: La ansiedad puede alterar la motilidad intestinal y la secreción de enzimas digestivas, generando diversas molestias gastrointestinales.
Sistema Muscular:
- Temblores o sacudidas: La activación muscular generalizada puede manifestarse como temblores o espasmos musculares involuntarios.
- Tensión muscular: Dolores de cabeza, cuello o espalda pueden ser resultado de la contracción sostenida de los músculos de cualquier parte del cuerpo.
- Fatiga: La respuesta de estrés consume energía, pudiendo generar una sensación de cansancio incluso sin haber realizado un esfuerzo físico considerable.
Otros Sistemas:
- Sudoración excesiva: La activación del sistema nervioso simpático estimula las glándulas sudoríparas, aumentando la producción de sudor como mecanismo de termorregulación.
- Sensación de hormigueo o entumecimiento: Cambios en la circulación sanguínea periférica pueden generar estas sensaciones, especialmente en las extremidades.
- Escalofríos o sofocos: La respuesta de estrés puede alterar la termorregulación, generando cambios bruscos en la temperatura corporal.
- Insomnio: La activación fisiológica y la rumiación mental pueden dificultar la conciliación y el mantenimiento del sueño.
Es importante destacar que estas manifestaciones físicas, aunque pueden ser alarmantes, no representan un riesgo para la salud en sí mismas. Son respuestas adaptativas normales que, con el manejo adecuado de la ansiedad, tienden a disminuir en intensidad y frecuencia.
Síntomas de Ansiedad Generalizada
El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) se distingue por una preocupación constante y desproporcionada que permea diversos aspectos de la vida cotidiana. Esta preocupación excesiva, a menudo acompañada de los síntomas físicos ya descritos, puede manifestarse también en una serie de experiencias cognitivas y emocionales como:


- Inquietud o sensación de estar “al límite”: Una sensación persistente de nerviosismo, tensión o agitación interna, como si algo malo estuviera a punto de suceder. Esta hipervigilancia puede dificultar la relajación y el disfrute de actividades placenteras.
- Dificultad para concentrarse: La mente, atrapada en un ciclo de preocupaciones, puede tener dificultades para enfocarse en tareas específicas, lo que puede afectar el rendimiento laboral o académico.
- Irritabilidad: La tensión interna y la frustración por no poder controlar las preocupaciones pueden llevar a una mayor sensibilidad y reacciones de enojo desproporcionadas ante situaciones cotidianas.
- Sensación de mente en blanco: La sobrecarga cognitiva generada por la preocupación constante puede dificultar el acceso a recuerdos o la toma de decisiones simples, generando una sensación de “bloqueo mental”.
Estas manifestaciones cognitivas y emocionales, en conjunto con los síntomas físicos, pintan un cuadro complejo de la experiencia del TAG. Nos podemos sentir atrapados en un ciclo de preocupaciones que parecen imposibles de controlar, generando un desgaste emocional y una sensación de impotencia.
Recuerda que TAG es tratable.
Síntomas de Ansiedad y Depresión
La ansiedad y la depresión, aunque distintas en su esencia, a menudo se presentan juntas y pueden manifestarse además de los síntomas de la ansiedad los siguientes síntomas:
- Tristeza persistente o pérdida de interés en actividades placenteras: La alegría y la motivación disminuyen, dejando una sensación de vacío y apatía.
- Sentimientos de desesperanza o inutilidad: La confianza en uno mismo puede verse afectada, y es posible que te sientas atrapado/a en un ciclo de pensamientos negativos. Recuerda que estos sentimientos son parte de la depresión y no definen tu verdadero valor.
- Cambios en el apetito o el peso: La ansiedad puede disminuir el apetito, mientras que la depresión puede llevar tanto a la pérdida como al aumento de peso.
- Pensamientos de muerte o suicidio: En ocasiones, la intensidad del dolor emocional puede llevar a pensamientos de autolesión o suicidio. Si estos pensamientos aparecen, es fundamental buscar ayuda profesional de inmediato con personas capacitadas para manejar este tema delicado. Recuerda que no estás solo/a y que hay profesionales especializados que pueden brindarte el apoyo y la contención que necesitas en este momento difícil.
Síntomas de Fobia Social:
La fobia social, también conocida como ansiedad social, además de los síntomas físicos y emocionales generales de la ansiedad descritos previamente, puede manifestarse con particular intensidad en el contexto social, generando:


Síntomas físicos de Fobia Social:
- Rubor: Enrojecimiento facial intenso, a menudo acompañado de una sensación de calor.
- Temblores: Las manos, piernas o voz pueden temblar de manera incontrolable.
Síntomas cognitivos y emocionales de Fobia Social:
- Miedo intenso al juicio negativo: La persona se preocupa excesivamente por ser evaluada, criticada o rechazada por los demás.
- Ansiedad anticipatoria: La simple idea de interactuar socialmente puede generar una ansiedad intensa días o incluso semanas antes del evento.
- Evitación de situaciones sociales: La persona puede evitar activamente situaciones sociales, limitando su vida social, laboral y académica.
- Baja autoestima y autocrítica: La fobia social suele ir acompañada de una imagen negativa de sí mismo y una tendencia a magnificar los errores o imperfecciones.
- Miedo a mostrar los síntomas de ansiedad: La persona puede temer que los demás noten su ansiedad, lo que puede aumentar aún más su malestar.
- Dificultad para hablar o “quedarse en blanco”: La ansiedad puede interferir con la capacidad de expresarse con fluidez, generando bloqueos mentales o tartamudeo.
Síntomas de Agorafobia:
La agorafobia, más allá de un simple miedo a los espacios abiertos, se caracteriza por un temor profundo a encontrarse en situaciones o lugares donde escapar o recibir ayuda podría resultar difícil en caso de experimentar un ataque de pánico u otros síntomas incapacitantes. Esta ansiedad anticipatoria puede llevar a la evitación de una amplia gama de situaciones, restringiendo significativamente la vida cotidiana de quien la padece. Además de los síntomas físicos y emocionales generales de la ansiedad descritos previamente, puede manifestar:


- Miedo a perder el control: La persona teme experimentar un ataque de pánico u otros síntomas intensos de ansiedad en un lugar donde se sienta vulnerable o incapaz de manejar la situación.
- Evitación de lugares específicos: Esto puede incluir el transporte público, ascensores, puentes, multitudes, espacios abiertos o cerrados, o incluso salir de casa sola.
- Dependencia de otros: La persona puede sentirse segura solo cuando está acompañada por alguien de confianza, lo que puede limitar su autonomía e independencia.
- Ansiedad anticipatoria: La preocupación por la posibilidad de un ataque de pánico puede generar ansiedad incluso antes de salir de casa, llevando a la evitación de situaciones potencialmente desencadenantes.
- Ataques de pánico: Aunque no todas las personas con agorafobia experimentan ataques de pánico, estos pueden ser un desencadenante o un síntoma asociado, intensificando el miedo a estar en situaciones “inseguras”.
Síntomas de Ansiedad en Mujeres
Aunque los síntomas de ansiedad son similares en hombres y mujeres, algunas investigaciones sugieren que las mujeres pueden ser más propensas a experimentar ciertas particularidades especialmente en relación a las diferentes etapas de la vida y los cambios hormonales que las acompañan como:


- El Ciclo Menstrual:
Durante el ciclo menstrual, las fluctuaciones hormonales pueden influir en el estado de ánimo y la vulnerabilidad a la ansiedad. En la fase premenstrual, algunas mujeres experimentan cambios de humor, irritabilidad, tristeza o una mayor sensibilidad emocional. Estos cambios, aunque naturales, pueden ser desafiantes y, en algunos casos, intensificar los síntomas de ansiedad preexistente.
- El Embarazo y el Posparto:
El embarazo y el posparto son etapas de profundos cambios físicos y emocionales. La alegría de dar vida a un nuevo ser puede entrelazarse con preocupaciones, miedos y una mayor sensibilidad emocional. La ansiedad durante el embarazo puede manifestarse como preocupación excesiva por la salud del bebé, el parto o la capacidad de ser madre. En el posparto, la “depresión posparto” y la ansiedad pueden coexistir.
- La Menopausia:
La menopausia, con sus cambios hormonales y la transición hacia una nueva etapa de la vida, puede desencadenar o intensificar la ansiedad en algunas mujeres. Los sofocos, los cambios de humor, la dificultad para dormir y la preocupación por el envejecimiento pueden contribuir a un aumento de la ansiedad.
Estos cambios hormonales y las etapas de la vida pueden influir en la experiencia de la ansiedad en las mujeres. Sin embargo, esto no significa que la ansiedad sea inevitable o que deba ser aceptada como algo “normal”. Si te identificas con alguna de estas experiencias, no dudes en buscar apoyo.
Sintomas de nervios y estrés
Aunque a menudo se usan de manera intercambiable en el lenguaje cotidiano, los “nervios” y el “estrés” representan respuestas distintas, aunque relacionadas, ante las demandas de la vida. Ambos pueden manifestarse a través de una variedad de síntomas:


Síntomas de Nervios:
Los nervios, generalmente asociados a situaciones específicas y predecibles, suelen manifestarse como una inquietud temporal y una sensación de “mariposas en el estómago”. Otros síntomas comunes incluyen:
- Tensión muscular: Dolores de cabeza, cuello o espalda pueden ser frecuentes.
- Manos sudorosas o temblorosas: La activación del sistema nervioso simpático puede generar sudoración y temblores leves.
- Dificultad para concentrarse: La mente, enfocada en la situación que genera nerviosismo, puede tener dificultades para enfocarse en otras tareas.
- Irritabilidad: La tensión interna puede llevar a una mayor sensibilidad y reacciones de enojo desproporcionadas.
Síntomas de Estrés:
El estrés, a diferencia de los nervios, suele ser una respuesta más prolongada y generalizada ante demandas continuas o excesivas. Los síntomas pueden ser tanto físicos como emocionales y cognitivos:
- Fatiga: A pesar de no haber realizado un esfuerzo físico importante, la persona puede sentirse agotada.
- Problemas de sueño: Dificultad para conciliar el sueño o despertarse varias veces durante la noche (insomnio).
- Cambios en el apetito: Puede haber pérdida o aumento del apetito, lo que puede llevar a cambios en el peso.
- Problemas digestivos: Dolor de estómago, náuseas, diarrea o estreñimiento pueden ser frecuentes.
- Dificultad para concentrarse y tomar decisiones: El estrés puede afectar la capacidad cognitiva, generando problemas de memoria y atención.
- Irritabilidad, ansiedad o tristeza: El estrés crónico puede llevar a cambios en el estado de ánimo y aumentar la vulnerabilidad a trastornos de ansiedad o depresión.
- Baja autoestima: La sensación de no poder manejar las demandas puede erosionar la confianza en uno mismo.
Sintomas de nervios y ansiedad
Los términos “nervios” y “ansiedad”, que también a menudo se usan indistintamente en el lenguaje coloquial, presentan sutiles diferencias desde una perspectiva psicofisiológica.
Los “nervios”, como ya hemos comentado, suelen referirse a una sensación de inquietud o tensión temporal, generalmente asociada a situaciones específicas y predecibles, como hablar en público o enfrentarse a un examen. Esta respuesta, aunque puede generar malestar, como las “mariposas en el estómago” o un ligero temblor en las manos, tiende a ser transitoria y proporcional al desafío enfrentado. Una vez que la situación desencadenante desaparece, los nervios suelen disiparse también.
La “ansiedad”, por otro lado, implica una preocupación más persistente y generalizada, que puede manifestarse incluso en ausencia de un desencadenante claro. Esta preocupación excesiva y a menudo desproporcionada puede generar un malestar significativo e interferir con la vida diaria. Además de los síntomas cognitivos y emocionales, como la dificultad para concentrarse o la sensación de estar “al límite”, la ansiedad puede generar una serie de manifestaciones físicas que ya hemos explorado, como palpitaciones, sudoración, dificultad para respirar y tensión muscular.
Reconocer estos síntomas es el primer paso para cultivar un mayor bienestar. Prestar atención a las señales que nos envían nuestros nervios, el estrés y la ansiedad nos permite tomar acción y cuidar de nuestra salud física y emocional a largo plazo. Aprender a identificar y manejar estas respuestas nos empodera para mantener un equilibrio saludable y disfrutar de una vida plena.
Sobre el autor:
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