

La Niebla de la Ansiedad
Hay momentos en la vida en los que la ansiedad y el miedo me envuelven como una niebla densa. No veo el camino, la incertidumbre puede paralizarme, y las voces internas me susurran que no podré. Pero la claridad no es un requisito para avanzar. A veces, solo necesito confiar en que, aunque no vea la luz, sé que ahí está.
Este mito nos habla de la resiliencia, el propósito y la capacidad de seguir adelante a pesar del miedo. Te invito a leerlo con el corazón abierto.
El Mito: Cruzando la Niebla de la Ansiedad, Encontrando el Templo Sagrado
En tiempos ancestrales, en una tierra de montañas ocultas por la bruma, vivía un hombre llamado Auren. Su vida había sido una sucesión de pruebas desgarradoras: había perdido seres queridos, enfrentado traiciones y sentido el peso de la desesperanza. Pero, a pesar de todo, siempre se había levantado. Aunque muchas veces quiso que las cosas fueran diferentes o detenerse, sabía que debía seguir adelante. Su propósito era llegar a la cima de la Montaña de los Susurros, donde el templo sagrado esperaba a aquellos que, sin importar el sufrimiento, continuaban adelante.
Antes de partir, Auren se encontró con un anciano en la base de la montaña. Su mirada era profunda, llena de siglos de sabiduría.
—La niebla te pondrá a prueba —le dijo—. No luches contra ella, solo obsérvala y permítela. No busques la luz con tus ojos, sino con tu corazón. La cima siempre ha estado ahí, aunque no puedas verla.
Con paso firme, inició su ascenso. Pero cuando apenas había avanzado unas horas, una espesa niebla se desplegó como un velo impenetrable. La visibilidad se redujo a nada, y el aire se volvió helado, clavándose en su piel como cuchillas. Sus músculos se tensaron, su respiración se agitó, y el frío pareció abrir grietas en su voluntad.
De pronto, desde la neblina emergieron sombras. No eran bestias, sino espectros con voces familiares. Voces que había escuchado en sus peores noches, en los días más oscuros de su vida.
“No lo lograrás…”
“Eres demasiado débil para seguir…”
“Todo este esfuerzo es en vano…”
“El frío te consumirá, la niebla te perderá…”
Auren sintió el miedo trepar por su espalda. El viento helado lo invitaba a rendirse, y el suelo bajo sus pies parecía desvanecerse en el abismo de la duda. Por un instante, creyó que el frío apagaría su fuego interior. Sus piernas pesaban, su mente gritaba que se detuviera. El cansancio y la incertidumbre lo envolvieron, y por un momento, casi cedió. Sus rodillas temblaron, y la idea de detenerse cruzó fugazmente su mente.
Pero entonces, recordó las palabras del anciano:
“No luches contra ella, solo obsérvala y permítela. No busques la luz con tus ojos, sino con tu corazón.”
Inspiró profundamente, sintió el suelo bajo sus pies y dio un paso. No era la primera vez que enfrentaba la oscuridad. Y cada vez, había salido adelante.
No intentó luchar contra la niebla. No peleó contra las voces. No esperaba que el frío se desvaneciera. En cambio, se aferró a su propósito. Dio un paso. Luego otro. Y otro más.
El miedo siguió allí. El frío no cesó. Las voces continuaron susurrando. Pero Auren no se detuvo. No necesitaba que la niebla desapareciera para seguir adelante. Su propósito era su faro, su voluntad su refugio.
Horas más tarde, cuando el amanecer empezó a teñir de oro las cumbres, la niebla comenzó a disiparse. Y entonces lo vio: el templo sagrado, esperándolo. Había llegado. La niebla había intentado ocultar su destino, pero nunca pudo cambiarlo. Porque la cima siempre había estado allí, esperándolo. No porque el camino se volviera más fácil, sino porque nunca dejó de caminar.
Un maestro lo esperaba en la entrada, con una mirada llena de sabiduría.
—No es la ausencia de miedo lo que lleva a la cima, sino la voluntad de seguir adelante a pesar de él.
Auren asintió. Ahora lo comprendía. El dolor, la duda y el miedo nunca tuvieron el poder de detenerlo. Solo habrían podido hacerlo si él mismo decidía detenerse. La luz del templo nunca se había apagado; solo la niebla la ocultaba de su vista. Y con esa certeza, supo que ningún obstáculo podría desviarlo de su camino nunca más.


Reflexión
Este mito nos deja un mensaje profundo: no es necesario que el miedo desaparezca para avanzar hacia nuestro propósito. La ansiedad nos hace creer que necesitamos certeza y seguridad antes de actuar, pero en realidad, la claridad surge cuando seguimos caminando, no antes.
Así como Auren no necesitó que la niebla se disipara para continuar, yo tampoco necesito que el miedo desaparezca para seguir avanzando hacia lo que realmente deseo.
Cuando la ansiedad viene, por más intensa que sea:
- Puedo observarla y permitirla sin resistencia.
- Me desidentifico de las voces y las imágenes, dejándolas estar. Solo son programas que se van desmantelando si las contemplo.
- Mi propósito es mi brújula. Liberarme y aprender lo más que pueda, y trabajo en eso con o sin ansiedad.
Preguntas para Reflexionar
- ¿En qué áreas de mi vida siento que hay niebla?
- ¿Cuáles son las voces internas que intentan detenerme?
- ¿Qué propósito o valores pueden ser mi guía en momentos de incertidumbre?
- ¿Cuál es un pequeño paso que puedo dar hoy, incluso si no veo con claridad el camino?
Si aún no has descubierto tu propósito, el artículo El sentido de la vida: Desata tu poder interior te puede ayudar. En él encontrarás una herramienta para conectar con tu misión, tu vocación, tu profesión y tu pasión, lo que te permitirá encontrar tu propósito de vida.
Ejercicio: La Práctica de “Observar y Permitir”
- Me siento en un lugar tranquilo y cierro los ojos.
- Respiro profundamente. Traigo a mi mente alguna situación en la que se active “la niebla”
- Hago consciente las sensaciones corporales que experimento y las permito estar ahí.
- Escucho las voces del miedo sin resistirme. No las callo, solo las observo y las permito estar ahí.
- Visualizo lo que deseo y me veo sintiéndome como quiero sentirme. Si en la vida real se activa ‘la niebla’, la dejo estar ahí.
Practica este ejercicio diariamente cuando sientas que la ansiedad te bloquea. Con el tiempo, aprenderás que el miedo no necesita irse para que sigas avanzando.
Sobre el autor:
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