

La ansiedad es una experiencia humana universal, profundamente conectada con nuestros mecanismos de supervivencia. En su forma natural, cumple una función adaptativa: nos prepara para enfrentar posibles amenazas, movilizando nuestros recursos físicos, mentales y emocionales. Sin embargo, cuando esta respuesta se vuelve desproporcionada, persistente o difícil de gestionar, puede interferir de forma significativa en nuestra calidad de vida.
Desde mi experiencia como facilitador en el acompañamiento emocional y como alguien que ha vivido intensamente la ansiedad desde la infancia, sé lo desconcertante que puede ser sentir que el cuerpo reacciona sin control y que la mente anticipa peligros constantes. Comprender lo que ocurre en nuestro interior cuando se activa la ansiedad —tanto a nivel físico como psicológico— es un primer paso esencial para empezar a relacionarnos de otra manera con ella.
En este artículo encontrarás una explicación clara y estructurada sobre cómo se manifiesta la ansiedad, por qué ocurre, qué síntomas pueden aparecer y qué estrategias pueden ayudarte a regularla. Mi propósito es que este contenido te brinde tanto comprensión como herramientas, y que puedas iniciar o continuar tu proceso de transformación con mayor claridad y amabilidad hacia ti mismo.
¿Qué es la ansiedad? Todos la hemos experimentado, pero la ansiedad ¿qué es exactamente?
La ansiedad, esa sensación de inquietud y alerta que todos hemos experimentado en algún momento, es una respuesta natural de nuestro cuerpo y mente ante situaciones que percibimos como desafiantes o amenazantes. En esencia, es un mecanismo de supervivencia que nos prepara para afrontar posibles peligros.
Personalmente, empecé a experimentar ansiedad desde muy pequeño, sentía un miedo muy fuerte cada vez que me quedaba solo. Era una sensación angustiante, pensaba que algo terrible pudiera pasarle a mis padres en cualquier momento. Escuchar una ambulancia, por ejemplo, bastaba para imaginar que algo malo había ocurrido. Mi cuerpo se tensaba, me daban ganas de correr, y mi mente no paraba de imaginar escenarios catastróficos. Con el tiempo entendí que esa era una de las formas en que la ansiedad ya vivía en mí, aunque en ese entonces no tenía idea de qué era lo que me estaba pasando.
¿Qué ocurre exactamente en nuestra mente y cuerpo cuando sentimos ansiedad?
Cambios fisiológicos:

Nuestro sistema nervioso autónomo, el director de orquesta de nuestras funciones involuntarias, pone en marcha una serie de cambios para prepararnos para la acción:
- Nuestro corazón late más rápido y fuerte (taquicardia): Esto aumenta el flujo sanguíneo hacia los músculos, proporcionándoles el oxígeno y los nutrientes necesarios para responder rápidamente.
- Nuestra respiración se vuelve más rápida y superficial (hiperventilación): Este cambio nos permite tomar más oxígeno, que es esencial para alimentar nuestros músculos y cerebro en momentos de estrés.
- Nuestros músculos se tensan: Esta tensión nos prepara para movernos rápidamente, ya sea para luchar o huir de la situación que nos causa ansiedad.
- Empezamos a sudar: La sudoración ayuda a regular la temperatura corporal, que puede aumentar debido a la actividad muscular y metabólica intensificada.
- Nuestras pupilas se dilatan (midriasis): Esto permite que entre más luz en nuestros ojos, mejorando nuestra visión y permitiéndonos detectar mejor cualquier peligro potencial.
- Nuestro cuerpo libera hormonas del estrés (cortisol y adrenalina): Estas hormonas nos proporcionan un impulso de energía, agudizan nuestros sentidos y nos preparan para responder de manera rápida y decisiva.
Cambios cognitivos:
En nuestra mente, la ansiedad se manifiesta como:
- Pensamientos recurrentes y negativos: Podemos empezar a imaginar los peores escenarios posibles, anticipar resultados negativos o sentirnos abrumados por preocupaciones.
- Dificultad para concentrarse: La ansiedad puede dificultar nuestra capacidad para enfocarnos en tareas o actividades, ya que nuestra mente está ocupada procesando la amenaza percibida.
- Sensación de confusión o desorientación: En casos extremos, la ansiedad puede hacernos sentir desconectados de la realidad o incapaces de pensar con claridad.
Cambios conductuales:
La ansiedad también puede influir en nuestro comportamiento, llevándonos a:

- Evitación: Podemos empezar a evitar situaciones o actividades que nos causan ansiedad, lo que a largo plazo puede limitar nuestra vida y aumentar nuestro miedo.
- Comportamientos compulsivos o rituales: Algunas personas desarrollan comportamientos repetitivos o rituales en un intento de controlar su ansiedad.
- Cambios en el sueño y el apetito: La ansiedad puede dificultar el sueño o causar cambios en nuestros hábitos alimenticios.
Es importante recordar que estos cambios son normales y esperables en situaciones de estrés. El objetivo es comprender que es la ansiedad la que está generando todos estos síntomas y sensaciones, y aceptarlos en lugar de luchar contra ellos. Aceptar estos cambios es un paso esencial para manejar la ansiedad de manera efectiva. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva o persistente, puede interferir significativamente con nuestra vida diaria y convertirse en un trastorno de ansiedad. Si te sientes abrumado por la ansiedad, no dudes en buscar ayuda profesional. Aceptar y abordar estos desafíos con el apoyo adecuado puede llevarte a una vida más equilibrada y plena.
Si deseas conocer a detalle sobre los sintomas de cada minfestacion de la ansiedad te invito a leer el artículo: Síntomas de la ansiedad.
¿La ansiedad es una enfermedad?
La ansiedad en sí misma no es una enfermedad, sino, como escribí arriba, es un mecanismo natural y adaptativo del cuerpo y la mente ante situaciones percibidas como amenazantes o desafiantes. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva, persistente e interfiere significativamente con la vida diaria, se considera un trastorno de ansiedad. Aunque los trastornos de ansiedad se clasifican dentro del ámbito de la salud mental, se definen como trastornos y no como enfermedades.
La diferencia radica en que una enfermedad generalmente implica una alteración orgánica o fisiológica específica, mientras que un trastorno se refiere a un patrón de comportamiento o pensamiento que causa malestar o deterioro funcional. En el caso de los trastornos de ansiedad, no existe una alteración orgánica subyacente que los explique, sino una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales.
Por lo tanto, aunque la ansiedad puede ser un síntoma de una enfermedad subyacente (como problemas de tiroides), en sí misma es un trastorno de salud mental y no una enfermedad en el sentido médico tradicional.
¿La ansiedad se cura?
Como mencioné previamente, la ansiedad en niveles moderados es una respuesta natural y adaptativa. Entonces, cuando es excesiva, hay que regularla. La respuesta a la pregunta “¿La ansiedad tiene cura?” es que la ansiedad se puede regular a niveles saludables más que curar, a través de diversas estrategias. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es considerada una de las más estudiadas para los trastornos de ansiedad. Ayuda a las personas a identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales que contribuyen a la ansiedad. Otras modalidades terapéuticas, como la terapia de aceptación y compromiso y la hipnosis terapéutica también han demostrado ser beneficiosas.
Además de estas terapias, existen otras técnicas que pueden ser muy útiles para regular la ansiedad, como Vipassana, mindfulness, liberación emocional, entre otras. En algunos casos, los medicamentos recetados por psiquiatras pueden ser útiles para controlar los síntomas de ansiedad, especialmente cuando se combinan con terapias como las mencionadas anteriormente. Sin embargo, es importante recordar que los medicamentos no curan la ansiedad, sino que ayudan a manejar los síntomas mientras se abordan las causas subyacentes a través de la terapia.

¿La ansiedad se puede curar sola?
Por lo general, no. Aunque algunas personas pueden experimentar una disminución natural de los síntomas con el tiempo, la ansiedad rara vez desaparece por sí sola, especialmente si es persistente e interfiere con la vida diaria. Es fundamental entender qué es la ansiedad y reconocer que buscar ayuda profesional puede ser un paso clave. Con el apoyo adecuado y las estrategias correctas, es posible manejar la ansiedad de manera efectiva y llevar una vida equilibrada y plena.
¿La ansiedad tiene cura definitiva?
Para esta respuesta, comprender qué es la ansiedad es esencial. como he compartido antes, la ansiedad es una respuesta natural y útil del cuerpo ante situaciones de estrés. Las terapias tienen como objetivo ayudarte a regular la ansiedad de manera efectiva y prevenir futuras recaídas. Cada persona responde de manera diferente a la intervención, pero con el enfoque adecuado, es posible regular la ansiedad con éxito y mejorar la calidad de vida. Subrayo que aceptar y entender qué es la ansiedad es clave para vivir una vida más equilibrada y plena. Más que curarla, se trata de aprender a manejarla.
¿La ansiedad se hereda?
Tiene un componente genético, pero la ansiedad no es hereditaria como el color de ojos. Es un proceso más complejo en el que interactúan múltiples factores como:
Predisposición genética: Estudios en gemelos y familias han demostrado que existe una predisposición genética a desarrollar trastornos de ansiedad. Esto significa que si tengo familiares cercanos con ansiedad, tengo un mayor riesgo de desarrollarla también. Sin embargo, tener una predisposición genética no garantiza que desarrollaré ansiedad.
Influencia ambiental:La influencia del entorno en el desarrollo de la ansiedad es innegable y está respaldada por numerosas investigaciones. Aquí te presento algunas opciones que profundizan en este aspecto, con sustento científico:
Eventos vitales estresantes: Estudios han demostrado que eventos vitales estresantes como la pérdida de un ser querido, problemas financieros, divorcio, enfermedades graves o accidentes pueden desencadenar trastornos de ansiedad en personas vulnerables. Estos eventos activan la respuesta al estrés del cuerpo, que en algunos casos puede volverse crónica y dar lugar a la ansiedad.
Trauma y adversidad en la infancia: Existe una fuerte asociación entre el trauma infantil (abuso físico, emocional o sexual, negligencia, violencia doméstica) y el desarrollo de trastornos de ansiedad en la edad adulta.

Entorno familiar disfuncional: Crecer en un ambiente familiar caracterizado por conflictos, falta de apoyo emocional, críticas constantes o patrones de crianza inadecuados puede aumentar el riesgo de desarrollar ansiedad.
Estrés crónico: El estrés crónico, ya sea por presiones laborales, problemas económicos o dificultades en las relaciones, puede tener un impacto significativo en la salud mental. Investigaciones han demostrado que el estrés crónico puede alterar la química cerebral y aumentar el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad.
Entorno social: El entorno social también puede influir en el desarrollo de la ansiedad. La falta de apoyo social, el aislamiento social, la discriminación y la exposición a la violencia pueden aumentar el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad.
Epigenética: La epigenética es el estudio de cómo los factores ambientales pueden influir en la expresión de nuestros genes, sin alterar la secuencia de ADN en sí misma. En el contexto de la ansiedad, esto significa que nuestras experiencias de vida, tanto positivas como negativas, pueden activar o desactivar genes relacionados con la ansiedad. Este campo de investigación es prometedor, ya que abre la posibilidad de que podamos modificar nuestra predisposición genética a la ansiedad a través de cambios en nuestro estilo de vida y entorno. Por ejemplo, prácticas como la meditación y el mindfulness podrían tener un impacto positivo en nuestra epigenética, reduciendo así nuestro riesgo de desarrollar ansiedad.
¿La ansiedad es peligrosa?
No de la manera en la que algunas fantasías podrían sugerir. Si estás leyendo esto, es posible que estés comenzando a comprender qué es la ansiedad y que, en su forma adaptativa, es una respuesta natural y útil que nos alerta ante posibles desafíos y nos prepara para enfrentarlos. Es una parte normal de la vida y, cuando se maneja adecuadamente, puede incluso ser beneficiosa.
Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva y persistente, puede afectar nuestro bienestar. A nivel físico, puede manifestarse como tensión muscular, dolores de cabeza, fatiga, problemas digestivos, alteraciones del sueño y cambios en el apetito.
También puede afectar nuestro sistema cardiovascular, contribuyendo a problemas como la hipertensión, y nuestro sistema digestivo, causando molestias como indigestión y dolor abdominal.
A nivel emocional, puede generar preocupación intensa, miedo, irritabilidad, tristeza y dificultad para concentrarse.
Además, puede impactar nuestras relaciones personales, desempeño laboral o académico y calidad de vida en general.
La buena noticia es que la ansiedad es muy común y tratable. Aprender a regularla es un proceso que puede mejorar significativamente tu calidad de vida. Si experimentas ansiedad en niveles altos, trabajar en regularla puede ayudarte a llevar una vida más equilibrada y plena. Buscar ayuda profesional puede ser muy beneficioso.
Te invito a seguir explorando los artículos en este blog para aprender más sobre qué es la ansiedad y las técnicas para manejarla. Con el conocimiento y las herramientas adecuadas, puedes desarrollar una relación más saludable con la ansiedad y encontrar paz y equilibrio en tu vida.
¿La ansiedad mata?:
La ansiedad no causa la muerte directamente. Sin embargo, como mencione antes, si persiste en niveles altos y crónicos, puede aumentar el riesgo de desarrollar otras enfermedades, como enfermedades cardíacas o gastrointestinales. Si tienes ansiedad en niveles altos te sugiero que trabajes con ella para regularla y así evitar estas posibles consecuencias.
¿Cuales son los síntomas físicos de la ansiedad?

Los síntomas físicos de la ansiedad pueden variar de una persona a otra, pero comúnmente pueden incluir uno o más de los siguientes:
-Tensión muscular o dolores musculares.
-Palpitaciones o aumento del ritmo cardíaco.
-Sudoración excesiva.
-Temblores o sacudidas.
-Sensación de falta de aire o dificultad para respirar.
-Mareos o sensación de desmayo.
-Problemas digestivos como dolor abdominal, náuseas o diarrea.
-Dolor de cabeza.
-Sensación de opresión en el pecho.
-Fatiga o cansancio extremo.
Estos síntomas físicos pueden manifestarse en respuesta a situaciones estresantes o desencadenantes de la ansiedad y pueden variar en intensidad dependiendo del individuo y el nivel de la ansiedad experimentada. Si deseas conocer a detalle los sintomas en los diferentes tipos de ansiedad te recomiendo leer el articulo: Sintomas de ansiedad.
La ansiedad no me deja dormir ¿que puedo hacer?
Para mejorar el sueño afectado por la ansiedad, puedes considerar las siguientes estrategias:
Liberar las emociones: Hay muchas técnicas disponibles, y una opción muy efectiva es la escritura terapéutica. Escribe, preferiblemente en papel, todos los pensamientos que pasan por tu mente, sin preocuparte por la lógica o la coherencia. Puedes escribir cosas como: “quiero comer”, luego “estoy enojado con mi jefe porque me habló fuerte”, y después “me gustaría salir a caminar”, etc. Escribe todo lo que está en tu mente hasta que empieces a sentirte más relajada o cansada, lo cual puede tomar desde unos minutos hasta 30 minutos o más de escritura.
Para que te sientas con total libertad al escribir, especialmente si vives con alguien, una opción es destruir tus escritos una vez que hayas terminado. De esta forma, cada palabra es solo tuya, permitiéndote expresar sin límites ni miedos todo lo que necesitas liberar.
Establecer una rutina de sueño: Mantén horarios regulares para acostarte y levantarte, incluso los fines de semana.
Ambiente propicio para dormir: Crea un entorno tranquilo y oscuro en tu habitación y de ser posible, ajusta la temperatura para que sea cómoda.
Evitar estimulantes: Limita o elimina por completo la cafeína, el alcohol, las bebidas energéticas y el tabaco.
Limitar la exposición a pantallas: Evita las pantallas al menos una hora antes de acostarte, ya que la luz azul puede interferir con tu sueño.
Estas son algunas sugerencias iniciales. Sin embargo, cada persona es diferente. Si la ansiedad está afectando significativamente tu sueño, te sugiero buscar ayuda profesional.
¿La ansiedad provoca mareos?
Si, la ansiedad puede producr mareos, no te preocupes, es algo común y tiene explicación.
La ansiedad puede provocar cambios en tu cuerpo, como respirar más rápido o tensar los músculos, y esto a veces puede generar sensación de mareo.
Estos mareos pueden sentirse de diversas formas: como si te fueras a desmayar, como si la habitación girara o simplemente como una sensación de inestabilidad. Lo importante es saber que no son peligrosos y que hay formas de manejarlos.
Si la ansiedad te da mareos, en ese momento intenta aceptar las sensaciones de mareo y el miedo que puedan despertarse, lo mejor que puedas. No luches con ellos, porque la lucha genera más ansiedad. Solo acepta lo que experimentas lo mejor que puedas y respira suave y profundamente, concentrándote en el momento presente. Puedes enfocarte en las sensaciones corporales de la respiración: observa cómo tu tórax se expande con la inhalación y cómo se contrae con la exhalación. También puedes anclarte al momento presente tomando conciencia de lo que hay en el lugar donde estás, por ejemplo: “Hay una puerta de color blanco, una ventana y una lámpara azul…”. Esto te ayudará a transitar ese momento con más tranquilidad. Sin embargo, es importante que trabajes tu ansiedad con un terapeuta. Puedes considerar el programa para el manejo de la ansiedad que imparto. También te sugiero que consultes a tu médico para descartar cualquier otra causa física. Esto te dará tranquilidad y te permitirá enfocarte en el manejo de la ansiedad.

¿La ansiedad provoca nauseas?
Sí, la ansiedad puede provocar náuseas. Esto es común y su base científica es que cuando experimentamos ansiedad, nuestro sistema nervioso autónomo se activa, desencadenando la liberación de hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas preparan al cuerpo para una respuesta de “lucha o huida”, pero también pueden alterar el sistema digestivo.
El cortisol, en particular, puede aumentar la producción de ácido estomacal y alterar la motilidad intestinal, lo que puede resultar en náuseas, malestar estomacal e incluso vómitos. Además, la ansiedad puede provocar hiperventilación, que a su vez puede causar mareos y náuseas debido a la disminución de dióxido de carbono en la sangre.
Si experimentas náuseas debido a la ansiedad, no te preocupes, es una reacción normal del cuerpo. Cuando la ansiedad te dé náuseas, puedes salir a caminar y observar los detalles de tu entorno, esto puede ayudarte a conectar con el presente y reducir la intensidad de la emoción.
El ejercicio físico, como caminar, también puede ayudar a regular los niveles de cortisol y reducir la tensión muscular, lo que puede aliviar las náuseas.
Además de caminar, otras estrategias que pueden ayudar a manejar las náuseas relacionadas con la ansiedad incluyen:
Respiración profunda y consciente: En el momento de la nausea puedes dedicar unos minutos a inhalar lenta y profundamente por la nariz, llenando tu abdomen de aire, y exhala suavemente por la boca. Repite este ciclo varias veces, enfocándote en la sensación del aire entrando y saliendo de tu cuerpo. Este simple ejercicio activa el sistema nervioso parasimpático, encargado de la relajación, contrarrestando así la respuesta de estrés que puede generar náuseas.
Relajación Muscular Progresiva: Dedica unos minutos a relajar tus músculos de manera secuencial. Comienza tensando los músculos de los pies durante 3 a 5 segundos y luego liberarlos suavemente durante 10 a 15 segundos. Repite la tensión de los pies, agregando las pantorrillas a la tensión durante 3 a 5 segundos y relajando nuevamente durante 10 a 15 segundos. Continúa de esta forma, incorporando en cada repetición los muslos, el abdomen, el pecho, la espalda, los hombros, los brazos, el cuello y, finalmente, la cara. Siente cómo la tensión se disipa de cada grupo muscular, induciendo una profunda sensación de calma en todo tu cuerpo.
Práctica de atención plena (mindfulness): Dedica unos minutos a conectar con el momento presente. Observa tus pensamientos y sensaciones sin juzgarlos, simplemente sé testigo de lo que está sucediendo en tu interior. Puedes enfocarte en tu respiración, en los sonidos a tu alrededor o en las sensaciones físicas de tu cuerpo. Esta práctica te ayudará a tomar distancia de la ansiedad y a reducir la intensidad de las náuseas.
Esto te ayudará a transitar los momentos de ansiedad que generan las náuseas con más tranquilidad. Sin embargo, es importante que trabajes tu ansiedad con un terapeuta. Puedes considerar el programa para el manejo de la ansiedad en sesiones individuales que imparto, o pronto estará disponible un programa en videos. También te sugiero que consultes a tu médico para descartar cualquier otra causa física. Esto te dará tranquilidad y te permitirá enfocarte en el manejo de la ansiedad.

Sobre el autor:
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